El término greenwashing alude al “falso ecologismo”, es decir, una simple estrategia con fines de comunicación o interés, adoptada por empresas con el solo propósito de parecer sostenible y ecologista cuando, de hecho, sus actividades afectan negativamente al medio ambiente. Este neologismo de origen inglés es la unión de las palabras green (verde) y washing (lavar) y se deriva del verbo to whitewash, literalmente blanquear; por esta razón, se utiliza para transmitir la idea de esconder, ocultar una realidad para hacer creer algo diferente.
Esta palabra se hizo popular en los últimos años gracias a una mayor atención a los problemas medioambientales y al creciente impulso de las empresas para parecer sostenibles.
En paralelo a la búsqueda intensiva y constante de productos innovadores, «respetuosos con el medio ambiente» y sostenibles de forma concreta y medible, el fenómeno del greenwashing ha hecho surgir una realidad muy diferente, que tiene como objetivo explotar la creciente atención de los consumidores hacia el impacto medioambiental de lo que se compra, haciendo parecer ecológicos los productos que, en realidad, no lo son. De hecho, es una forma de aprovecharse de la ola de sostenibilidad.
A todos los efectos, se trata de una comunicación falsa y engañosa, que debe identificarse para que cada consumidor pueda elegir libremente con plena consciencia.
¿Pero cómo se pueden reconocer las operaciones de greenwashing?
¡Aquí están algunas indicaciones simples!
- Cuidado con la información excesivamente genérica, ambigua y sin datos demostrables. Si el fabricante define un producto o envase como «bio, ecológico, sostenible, verde» (por nombrar los términos más comunes), esto debe demostrarse de forma transparente e incontrovertible, incluso mediante certificaciones específicas.
- Recordemos que cada material tiene un ciclo de vida útil completo, desde su producción hasta su eliminación. Por tanto, no es suficiente clasificarlo simplemente como “verde”: ¿qué significa? ¿Desde qué punto de vista? Y el transporte, ¿podemos olvidarlo? ¿O podemos subestimar cómo debería desecharse una vez utilizado? ¡No, en absoluto! Estas son solo algunas de las preguntas que nosotros los consumidores estamos llamados a realizarnos. Por eso, cuando se habla de productos 100% “sostenibles”, debemos prestar más atención y buscar más respuestas.
- Al enfrentarse a un nuevo producto que se va a adquirir, habría que leer más atentamente la información y las etiquetas que están presentes. En presencia de certificaciones o logotipos especiales que certifican su sostenibilidad, sería necesario descubrir si son ciertamente veraces. Como alternativa, podría darse un paso más y pedir directamente a las empresas productoras más detalles sobre el impacto medioambiental concreto de lo que se compra. El sitio web ya puede proporcionar información útil.
¿Y el reciclaje?
Lo del reciclaje de materiales, especialmente plásticos, es uno de los caballitos de batalla de las últimas estrategias ecologistas de las empresas. Los que siguen nuestro proyecto Are you R saben que el reciclaje de plásticos es esencial y puede aportar beneficios concretos al medio ambiente. Sin embargo, cabe destacar que las informaciones sobre la reciclabilidad de los productos que compramos no siempre reflejan la realidad.
Aquí está un ejemplo:
Si se compra un envase que indica un cierto porcentaje de reciclabilidad, es preciso preguntarse si esto es realmente posible y alcanzable. Para eso, se deben conocer los diferentes materiales plásticos, el nivel de reciclaje de cada uno, hasta el método de reciclaje actual.
Por ejemplo, es cierto que el PET es un material plástico 100% reciclable, como lo prueban los numerosos proyectos denominados «Bottle-to-bottle», que permiten reciclar completamente botellas de agua o bebidas. ¿Pero qué pasa si la botella de PET que compramos no contiene bebidas, sino líquidos como detergentes o champús? ¡Eso ya es otra historia! De hecho, el contenido de estas botellas compromete la idoneidad de los materiales reciclados en contacto con alimentos *. Esto es un aspecto importante, del que los consumidores no siempre son conscientes.
Por supuesto, esperemos que con el tiempo los ejemplos de greenwashing se vuelvan cada vez menos comunes y que, en cambio, aumenten las empresas virtuosas que declaran de forma transparente su nivel de sostenibilidad y el impacto medioambiental de los productos que fabrican, por el bien del medio ambiente y con el debido respeto a los consumidores.
Mientras tanto, debemos ser consumidores cada vez más informados, que no nos detenemos en las apariencias, sino que tenemos plena conciencia de lo que compramos, en la medida de lo posible.
Nosotros seguiremos profundizar esta temática fundamental, hoy más que nunca. ¡Quédate con nosotros!
*Fuente: www.petrecycling.ch